En estos días estuve mirando un par de películas de terror, leyendo poesía y las Catilinarias de Cicerón.
Todo empezó cuando recordé que no había visto aún las de terror de Winnie Pooh. Así que me di a la tarea. La primera resultó tan bizarra que me dio mucha risa por momentos. Pooh era, estéticamente, un tipo con máscara, casi toda la película tuve la falsa sensación de que se la iba a quitar, a sabiendas de que eso no pasaría porque el inicio de la película es muy claro. Sabiendo que había una segunda la esperanza de que las cosas mejoraran para el desarrollo de la idea en si me resultó esperanzador. Afortunadamente mis esperanzas no fueron en vano y la cosa estuvo mucho mejor. Winnie The Pooh: Blood and Honey 2 tiene una mejor estructura, respeta y homenajea a las tradiciones.
Hay un elemento que costaba mucho de las películas de terror en general y eran los gritos. Muchas veces me pasó que sentí que el grito es utilizado como elemento de susto oculto en el factor sorpresa, siempre fue algo que me disgustó. Con las películas de Pooh no me pasó a pesar de que gritan mucho. Descubrí que un factor determinante es el volumen del grito. La cuestión es que aunque por momentos llegan a gritar de clichés, el grito estaba motivado por Winnie, que es considerablemente un peligro casi invencible y tiene como único fin hacer daño. Porque Pooh y sus amigos son seres que tienen poca tolerancia al rechazo y no pueden entender que alguien quiera hacerse cargo de su vida y no incluirlos, aunque sea de manera temporal.
Las películas de Pooh también tienen el plus de hacerse con personajes que llegan al dominio público y eso permite hacer de caja de resonancia al famoso “¿Vos sabés cómo es la historia real de…?”, dónde habitan las supuestas verdaderas historias escabrosas de Blanca Nieves o La Bella Durmiente. Digo supuestamente porque a ciencia cierta no di con ellas por el momento y tampoco hice algo por encontrarlas. Podría llegar a ser algo interesante en otro momento, si es que no caen en teorías de internet sin demasiada base, eso es más allá del mito y anclado en el porque sí.
El hilo conductor de la poesía fue así: Un día leí uno de los Cómo funcionan las cosas de Valentín Muro llamado Cómo funcionan las canciones que se nos quedan pegadas que empezaba hablando de Mark Twain y entre que el sólo volver a leer ese nombre me recordó el placer que sentí cuando leí por primera vez El Diario De Adán y Eva y que el tema de esa entrega lo siento muy cercano, porque se me viven pegando canciones todo el tiempo, mi cerebro hizo un click y reavivó mis ganas de leer poesía. Eso sumado a un estado de ánimo gris me dijo “Éste es el momento de empezar a leer a Pizarnik”. Así fue como busqué sus obras completas y empecé a leerla. Sus poemas recorren palacios en diferentes tonalidades oscuras que, hasta ahora, hicieron que eligiera como mejor momento de lectura la noche. Y pensara que si habría que definir el sonido que crean es el del pulso en So Long, London cuando la escuchás con auriculares. Si tengo que decir cuáles fueron los primeros poemas de Alejandra Pizarnik en cautivarme puedo decir que fueron: Noche y Cenizas. Dejó acá una nota de Infobae donde seis poetas hablan sobre su obra, ideal si necesitás un pantallazo de antes de leerla.
A las Catilinarias llegué por otros caminos de la vida. Lo más sorprendente (tal vez no tanto) es que es la prueba de cómo hace más de dos mil años existen disputas de poder y de cómo quienes creyéndose merecedores de él al no alcanzarlo recurren a actos viles. Brevemente y citando a Wikipedia el contexto de las Catilinarias es el siguiente: “Catilina, quien se había postulado para el cargo de cónsul tras haber perdido la primera vez, intentó asegurarse la victoria mediante sobornos. Cicerón entonces impulsó una ley prohibiendo maquinaciones de este tipo. Catilina, a su vez, conspiró con sus partidarios para matar a Cicerón y a miembros clave del Senado en el día de la elección. Cicerón descubrió el complot y pospuso la fecha de las elecciones para dar tiempo al Senado para discutir el intento de golpe de Estado. Un día después de la fecha original de las elecciones, Cicerón habló al Senado sobre ese tema y la respuesta de Catilina fue inmediata y violenta. En respuesta al comportamiento de Catilina, el Senado emitió un senatus consultum ultimum (medida similar al estado de sitio moderno) por el cual quedó suspendida la ley regular y Cicerón, como cónsul, fue investido con poder absoluto. Cuando finalmente se realizaron las elecciones, Catilina volvió a perder. Anticipando la derrota, los conspiradores ya habían juntado un ejército. El plan era iniciar una insurrección en toda Italia, incendiar Roma y matar a tantos miembros del Senado como fuera posible. Pero nuevamente Cicerón estaba al tanto. El 8 de noviembre, convocó al Senado en el Templo de Júpiter Estator. Catilina asistió también a la reunión. Fue entonces cuando Cicerón pronunció la Primera Catilinaria, que comienza con la célebre frase ¿Hasta cuándo abusarás, Catilina, de nuestra paciencia?”. Mi sorpresa es rara, claro está, más aún sabiendo de qué trataba, pero en el primer encuentro con esa obra de Cicerón no pude evitar pensar “desde que el mundo es mundo la gente se pelea por poder”. La dimensión tan grande en tiempo (Son discursos pronunciados 63 años antes de Cristo) me dejó recalculando por más que no sea ninguna novedad para nadie, ni siquiera para mi. No deja de darme vueltas en la cabeza esa idea tan poco novedosa. Es como si, salvando las diversas distancias, siempre pasara lo mismo en todas partes. Pero bueno, también sabemos que todo pasa.
Eso es todo, por ahora.
Nos vemos la próxima.
S.
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